En esta esquina: Brian, víctima de incompetencia gubernamental e indolencia política

Por Sonia de Anda

TIJUANA, BC A 30 DE ABRIL 2021.- El cruel asesinato de Brian Efrén de 13 años en Playas de Rosarito a manos de su tío, un adicto de 21 años, es parte de los 20 menores de edad que han muerto de manera violenta en lo que va de este año en Baja California y uno de los seis que fueron víctimas de violencia intrafamiliar.

Sin embargo, a excepción de dos los infantes que fueron ahorcados por su propia madre en enero, el común denominador en el resto de los casos son las drogas, ya sea porque los familiares que perpetraron estos crímenes tenían un problema de adicción o porque los menores se vieron impactados por crímenes vinculados a la venta de drogas.

Brian Efren de tan solo 13 años fue asesinado con saña, presuntamente por su tío, Brandon Alexis de 21 años, un adicto a las drogas del que las autoridades tienen referencia que ya lo había agredido e intentado ahorcar con anterioridad, hasta que la tarde del pasado domingo lo apuñaló en cinco ocasiones y le destrozó el cráneo con una roca a cielo abierto, en un arroyo que pasaba a menos de un kilómetro de su casa junto al parque al que solía asistir.

Brandon Alexis es un claro ejemplo de los intentos que hizo su familia por sacarlo de su adicción a las drogas y que fracasaron, pues en dos ocasiones el joven se escapó de centros de rehabilitación, donde fue recluido por sus familiares, sin lograr recuperarse de su adicción y como muy seguramente no lo hará ahora en la cárcel, después de haber asesinado a su sobrino en un arranque de furia y celos porque creía que Brian Efrén con sus 13 años, quería tener algún tipo de relación con su pareja, una jovencita con la que ya tenía un bebé.

Pero este caso es otro más que altera a la sociedad, que genera exclamaciones de dolor, lamentación, deseo de venganza y que permanecerá en nuestras mentes hasta que venga el siguiente asesinato violento de otro niño, como ocurre cada mes en Baja California, que sorprenderá de igual manera y dejará en el olvido a los otros que han ocurrido.

Un caso más que reactivará a los medios de comunicación con notas de seguimiento porque generará entre servidores públicos llamados y pronunciamientos sobre las medidas que se tomarán para evitar que se repitan.

Será otro crimen más que algunos candidatos aprovechan para lanzar acusaciones, mientras que otros preferirán no tocar el tema para que no se les acuse de hacer campaña de una tragedia.

Y a pesar de que 18 de los asesinatos de menores tuvieron que ver las drogas de alguna forma, a ninguna autoridad y ya de perdida aspirante a ocupar un cargo de elección popular, se les ocurre diseñar una verdadera política pública de atención a las adicciones, porque en esta región se ha normalizado el vivir con las consecuencias que deja la venta de drogas y la drogadicción.

Es más, el colmo de la indolencia la alcanzaron los miembros del Frente Nacional por la Familia en Mexicali que ayer, el mismo día que fue sepultado Brian, prefirieron manifestarse en las oficinas de Rectoría de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) para exigir la cancelación de un evento programado en el marco del Día del Niño, donde se pretende visibilizar la infancia trans, en vez de exigir a las autoridades del Estado la generación de políticas públicas con las que se puedan salvar la vida de niños que nacen en hogares donde la drogadicción impera y los vuelve víctimas de un sinfín de crímenes que llegan hasta terminar con sus vidas de las formas más crueles e indescriptibles.

Niños que son abusados sexualmente de manera constante por sus padres, sin importar el género, sus padrastros o por ambos, cuando están en el estupor de las drogas, según consta en expedientes abiertos en la Fiscalía General del Estado, no ameritan ni una protesta de los defensores de las buenas costumbres congregados en el “Frente Nacional por la Familia” porque simplemente, no les importa.

Y es que este tipo de casos tampoco son de importancia para la sociedad porque se acostumbró a vivir con la adrenalina que genera ver este tipo de historias y si esta realidad no mueve a los sectores sociales, pues tampoco a los candidatos y menos para las autoridades en turno.

¿Para qué protestar? Si el presunto culpable del homicidio de Brian Efrén, el drogadicto, ya está detenido y listo para podrirse en la cárcel; ¿para qué reclamar? si el hombre que mató a puñaladas a su propio hijo y sus dos hijastros en Natura, que también era un adicto a las drogas, se suicidó; ¿para qué presionar? Si los tres cobradores de deudas de droga involucrados en el secuestro y asesinato a golpes de dos hermanitos que después calcinaron en el Aguaje de la Tuna, también están fuera de circulación.

¿Para qué maldita sea, para qué protestamos?, pensarán algunas mentes prominentes de nuestra sociedad, si a los menores de edad involucrados en narcomenudeo los matan como lacras de esta sociedad, si con eso no les da tiempo de crecer y hacer más daño.

¿Para qué exigir a las autoridades o los candidatos que garanticen la creación de verdaderos centros de rehabilitación que puedan estar al alcance de la sociedad donde puedan llevar a sus familiares cuando caen en las drogas?

Y no faltará los que digan que ya están los “anexos”, que por cierto son negocios muy lucrativos de pseudo-cristianos que sacan los demonios de la adicción con oraciones y exorcismos combinados con ayunos y torturas psicológicas que se vuelven un fracaso, pero que ayudan mucho en las campañas cuando los candidatos les pagan para que les presten a sus internos y los ayuden a repartir propaganda como parte de sus trabajos de rehabilitación.

Mientras tanto, seguiremos escuchando las estúpidas propuestas de los candidatos que hablan de implementar programas contra las adicciones y en las que nunca precisan el cómo, porque la verdad es que a los votantes no les interesa saber qué harán por los drogadictos, hasta que tienen uno en casa.

Así que no duden que seguiremos viendo inversiones millonarias, como la torta de cemento que es el Museo Ámbar, donde dicen que asisten los jóvenes para abordar el tema de las adicciones y que evidentemente, no sirve ni para refugio en casos de contingencia.