Por: Adolfo Solís*
TIJUANA, BC A 12 DE ABRIL DE 2021.- El ejercicio del poder indebido es peor que una droga; es el mayor estimulante para la frustración, es un vicio, es simplemente una adicción. El error de las personas, es darle poder a un ignorante, prepotente, soberbio y nefasto político.
Empezaría por cuestionar si esas personas en realidad son políticos, porque la política como ciencia implica la lucha constante por el bienestar social, pero esta clase de políticos no hacen política, su especialidad es otra, es hacer enemigos, externar odio, usar el sarcasmo como respuesta ante sus abusos y usar la mentira como un elemento de seducción.
Una cosa es cierta, nosotros tenemos la culpa y no podemos culpar al político porque fuimos nosotros mismos los que le dimos el poder y somos en consecuencia; los que permitimos sus abusos.
Nadie es más culpable de crear al monstruo que nosotros mismos. Primero lo elegimos y luego lo odiamos; primero lo vemos como un cambio y luego como un tirano; primero lo vemos como un demócrata y luego lo vemos como un populista; primero lo vemos como la solución y luego lo vemos como nuestro problema. Queda claro que no es nuestro protector, sino nuestro verdugo.
Hemos creado un monstruo; un monstruo que no ataca la mafia, por que es la propia mafia. Es un monstruo que engaña, que es perverso, que usa un discurso falso para seducir y para confrontar, pero que nosotros nos sentimos unidos a él; seducidos por sus discursos.
Hoy no queda duda que tenemos un monstruo que divide y genera terror sin sanción alguna. Este monstruo que es el encargado de abatir la delincuencia es la delincuencia misma; el monstruo que elegimos en lugar de cuidar los recursos públicos toma a su gusto el dinero público y lo desvía como si fuera propio. Estos populistas en lugar de apoyar y mejorar la calidad de vida de los pobres, convierte a su sociedad en una fábrica de pobres por conveniencia de votos.
¡El gobernante es un verdugo!, porque no piensa en gobernar, sino que piensa en dominar. No piensa en el respeto a la ley porque él es quien la viola. Nosotros creamos al monstruo porque nuestra mentalidad es monstruosa. Festejamos la división, el acoso, la denostación, la humillación, la confrontación y menosprecio para todos aquéllos que no están con el sistema.
Hoy más que nunca podemos ver al monstruo con rostro de pirata. Son piratas sanguinarios que no les importa la educación, ni el progreso de nuestros niños, que no les importa ver morir a las personas en los hospitales por falta de infraestructura, excusando su capacidad en un virus extraño o en la irresponsabilidad de la sociedad de no evitar los contagios. Un monstruo genocida que por fortuna será perseguido todos los tiempos por provocar delitos de lesa humanidad.
La culpa no es de nadie más que nuestra. Hoy puedo decir, el monstruo más temible que he conocido es un servidor público que desconoce la ley, que detenta el poder y que gobierna como un sanguinario pirata. Estos gobernantes viven frustrados, pero su poder emana de la frustración de los ciudadanos.
El gobernante dice en sus discursos atacar la corrupción, pero no solo la permite, sino que la genera. Gobernantes que en lugar de hacer justicia cometen día a día injusticias.
Los ciudadanos somos monstruosos porque ante la amenaza del gobernante, nos atemorizamos, ante la humillación nos agachamos y ante la barbarie nos sometemos.
Una sociedad taciturna elige a tiranos con frases del “menos peor”, “todos son iguales”, “a éste lo conozco”, o “éste me puede dar trabajo y aquél quitármelo”. Somos tan monstruosos que el día de las elecciones ni siquiera salimos a votar, regalando así a los políticos corruptos, el futuro de nuestros hijos.
Políticos que como lobos vestidos de ovejas se dicen ciudadanos, sin tomar en cuenta que sólo los ciudadanos verdaderos pueden arrancar la monstruosidad de nuestro sistema.
¿Qué tanto mal debimos hacer para tener un tirano en la silla principal, la tiranía de sus hombres y la soberbia de sus ejecutores que dijeron cambiar el sistema? Y, simplemente resultaron peor.
Un sistema llamado anti corrupto que se convirtió en una estatua a la corrupción con el que pretendieron crear un sueño que hoy se convierte en una pesadilla, con una sociedad callada, silenciosa y con miedo en sus manos que ha dejado que los gobernantes ejerzan un poder omnímodo, peor que el que existió en el pasado, mucho más grave y agresivo que en otro momento de la historia; con un ejército de seguidores pagados y comprados que de forma ciega cavan su tumba.
Un gobierno obsceno donde la sociedad se encuentra destruyendo su propio destino con una sonrisa en la cara que pareciera estar orgullosa de acabar con una parte de los mexicanos, que enfrenta una ira nunca antes vista y que está expuesta en el gobierno; mientras tanto, los ciudadanos aplaudiendo siempre al populista.
Un monstruo ha empezado a acabar con el estado de derecho, la economía, las libertades y la propiedad privada, hay monstruos que asustan, pero hay otros monstruos que hacen daño y nuestros gobernantes hoy, han demostrado que son de los segundos. Monstruos que se empeñan en hacer daño, en dividir a las clases y en acabar con el rico.
El monstruo que hoy nos gobierna es un monstruo que crucifica al de ideas diferente y se hace pasar por austero, pero le encanta vivir con riqueza, lujos y excesos; acuña fortunas de forma tan hipócrita que no esconde su ambición por el dinero. Son tan hipócritas que cuando el pobre los saluda se dan vuelta, se limpian la mano y piden un pañuelo para limpiar su mejilla después de recibir un beso de uno de ellos.
Basta escuchar las declaraciones falsas, frías, ilógicas e insípidas en cada mañanera. Ahí están la mayor parte de ellos con bots mal pagados y pocos basados en la convicción.
Hoy hemos creado un monstruo, porque nuestra mentalidad monstruosa nos ha hecho ver normal el robo de las arcas públicas, los excesos de poder y el menosprecio del ciudadano. Todos somos parte de ese error que le costará a México y en especial a Baja California décadas de reconstrucción.
No sé quién vaya a ganar, pero escucho discursos de campaña falsos de cuando vuelvan a llegar al poder, sin duda, los mismos vicios se cometerán por parte del monstruo.
Hoy la sociedad está cansada pero un gran grupo es feliz por los ataques del gobierno y denostaciones; son felices con el daño que se causa a otros mexicanos.
Este monstruo de mil cabezas nos va a hacer pagar un alto precio, sin importar las convicciones de cada uno de nosotros, solo nos queda salir a votar, porque los grandes cambios se hicieron con movimientos sociales, no con pereza, miedo o letargo de la sociedad.
Dejemos actitudes monstruosas si es verdad que queremos erradicar al monstruo del que tanto se habla, pero que nadie se atreve a callar.
*El columnista es doctor en derecho fiscal y en derecho constitucional.