Por Gabriela Martínez
TIJUANA, BC A 14 DE MAYO 2021.- Tal vez Alejandro Acosta Cabrera nunca pensó que su nombre ocuparía tantos los reflectores como le ocurre hoy, sobre todo en redes sociales.
Bueno, en realidad es su nombre y su fotografía una en la que comparte el espacio con su pareja e hijos. Y es que Alejandro, como lo han repetido los colectivos y activistas de la comunidad diversa, tuvo la valentía de inscribirse como parte de la plantilla de la candidata a la presidencia de Tijuana, la morenista Monserrat Caballero.
Según su registro iría por la regiduría en la posición dos, pero no como cualquier aspirante, sino como uno que entró como parte de las acciones afirmativas en la categoría de la comunidad LGTB.
Es decir, él –un hombre con esposa e hijos que jamás en la historia se han pronunciado al respecto de los derechos de la comunidad diversa, al menos públicamente- en esta ocasión lo hizo a través de un documento oficial para poder ganar un hueso, perdón, quise decir un espacio en el presente proceso electoral.
Lo extraño, dicen, es que luego de que los colectivos activistas hicieran pública no solo su candidatura, sino que cuestionaran los motivos por lo que el Instituto Estatal Electoral (IEE) aceptó integrarlo bajo ese esquema, al tratarse de un supuesto hombre heterosexual con familia entera que ni lo conocen, según han reclamado.
Lo cierto es, que las acciones afirmativas para incluir a los grupos minoritarios solo han quedado en papel, porque en realidad –al menos para los candidatos que usurpan los espacios de quienes verdaderamente representan a estos grupos- han sido simplemente una burla.
Que por cierto, como dicen, los morenos vienen con hambre de venganza porque para ellos fue más fácil despedir a un servidor público del partido por evidenciar la trampa, que simplemente cumplir con las reglas.
De nuevo, para algunos, la lucha histórica por crear espacios para los grupos minoritarios simplemente es una burla.