En esta esquina: “A espantar al panteón”

Por: Sonia de Anda.

Enterarse en las noticias que dejan cuerpos desmembrados en diversos puntos de la ciudad, ya no es nota como se dice en el argot periodístico, simplemente se registra el hecho, pero la sociedad ya no se espanta, los niños se detienen a ver los cadáveres en las calles, los papás no les tapan los ojos, la gente les toma fotos para pasarlas por WhatsApp y la vida continúa con normalidad a excepción del hogar que se ve enlutado por la pérdida de uno de sus miembros en un hecho violento.

Pero ver una jornada electoral en Baja California con un saldo de 15 muertos el día de la elección y que parte de uno de ellos haya ido a parar en un huacal de madera a la mesa de una casilla electoral junto a las urnas electorales, con todo el descaro de hacerlo frente a funcionarios de casilla y una fila de votantes, eso sí fue nota y nacional, pues fue un recordatorio de que los grupos criminales se van hacer notar, independientemente de quien gane.

Aunque el mensaje de dejar cuerpos en dos casillas electorales no está muy claro, pues quedó a interpretación de los funcionarios de casilla, fue evidente que no se sintieron amenazados porque el hecho sólo ocasionó una suspensión temporal de la votación en esa casilla de Terrazas del Valle y una vez que los elementos periciales levantaron los restos humanos, continuaron recibiendo votos de los ciudadanos que llegaron sin importarles que ahí habían dejado una cabeza, unas manos y unos pies, pues es parte de la normalidad con la que se ve en estos hechos en una ciudad como Tijuana.

Para el gobernador y para muchos tijuanenses se ha normalizado la violencia en Tijuana y aunque reconocen que fue una jornada electoral violenta, para quienes venimos de otras entidades sabemos que darle esa característica es hablar de grupos de personas intimidando con armas en las calles a los votantes en una ciudad donde no se acostumbra verlos en esa situación. Una jornada electoral violenta es cuando llega gente con palos y arrebata las urnas, es ver a los activistas de diversos partidos movilizando gente en las calles aledañas a los puntos de votación para intimidar a los ciudadanos que se acerquen a las urnas y adviertan su presencia.

Una jornada electoral violenta es cuando se queman urnas electorales, situación que, si se vivió en Tijuana en tres casillas, una durante el día y dos al final de la jornada en la Zona Este, pero la presencia de cadáveres ya no sorprende, ni evitó que la sociedad saliera a votar, ni modificó el resultado electoral que ya se esperaba de acuerdo a las encuestas levantadas con anterioridad.

Sin embargo, es importante aclarar que los hechos violentos que se registraron la mañana del domingo en Terrazas del Valle, donde fueron abandonados restos humanos en casillas y sus inmediaciones, además de la ejecución de una persona, no ocurrió en Tijuana, sino en el distrito electoral 06 que corresponde a Tecate, donde también una casilla recibió paquetes electorales correspondientes a la elección de Tijuana y eso retrasó su operación durante seis horas.

Y muchos se preguntaban ¿quién era el más beneficiado con inhibir la presencia de votantes en las urnas? evidentemente los partidos políticos que están acostumbrados a mover sus estructuras, pero a pesar de ello, su objetivo de reducir la participación ciudadana fue mínimo porque la elección de este domingo registró una asistencia electoral superior al 38 por ciento cuando en promedio oscila entre el 25 y 30%.

De acuerdo a las cifras de las últimas dos elecciones registradas en Baja California en el 2019 la participación fue del 29.8, pese a que en esa elección apareció Andrés Manuel López Obrador, el “imán de los electores”, mientras que en la del 2016 la asistencia de votantes a las urnas alcanzó el 34.70%

Y aunque el hubiera no existe, no se puede dejar de pensar en ¿cuál hubiera sido el resultado si no se hubieran registrado estos hechos violentos?, ¿Qué hubiera pasado si las casillas se hubiesen instalado a tiempo y hubieran iniciado su operación como regularmente ocurre, no más allá de las nueve de la mañana? ¿Qué hubiera pasado si los votantes no hubieran tenido que esperar para ejercer su voto hasta tres o seis horas como en una de Tecate?

Sin esos peros, muy seguramente la votación hubiera superado el 40% de la participación ciudadana, situación ya inédita en Baja California donde se vive un tradicional abstencionismo en cada jornada electoral.

Con esto más vale que los partidos cambien de estrategia y dejen de postular corruptos o dejen de ponerlos atrás de figuras emblemáticas porque aquí la violencia ya no impacta, no inhibe, no cambia la opinión, aquí la vida sigue con ciertas sorpresas, pero no paraliza a sus ciudadanos que hacen lo que deben hacer con todo y que les dejen muertos desmembrados junto a las urnas de votación, porque les aplican el refrán: “a espantar al panteón”.