REFLEXIONES: Inexperiencia y corrupción de gobernantes cuesta dinero, pero el daño patrimonial, nadie se los exige
Por: Adolfo Solís.
TIJUANA, BAJA CALIFORNIA A 5 DE JULIO DE 2021.- Cuando una persona aspira a un cargo público regularmente no está preparado para administrar el gobierno.
En México aspirar a cargos gubernamentales, por lo regular, no requieren conocimientos, maestrías, doctorados o postdoctorados, tampoco requiere haberse desempeñado media vida en el cargo que se pretende ejercer; lo único que se requiere, es ser amigo, compadre, socio o el consentido del jefe para ser electo o designado en el cargo.
Como también en México, no existen carreras específicas para ser presidente de la República, gobernador, alcalde; senador, diputado o regidor, pues el que llega al cargo, lo aprende empíricamente; es decir, sobre la marcha va aprendiendo.
Esto genera una seria distorsión en las arcas gubernamentales porque todos los errores debido a su aprendizaje, cuestan dinero que nadie ve. Los errores de los gobernantes nunca se les cobran, nadie se los exige, simplemente se cometen los errores y ahí se dejan, sin que nadie les finque responsabilidades por las malas decisiones o experimentos tomados con un criterio personal y no con un criterio de Estado, basado en políticas públicas comprobadas.
Pero nos hemos puestos a pensar, ¿por qué no sancionar a los gobernantes que causan daño a las arcas públicas gubernamentales, que, por falta de experiencia o corrupción, generan malas decisiones? Sólo pensemos cuántas obras públicas se dejan a medias, incompletas o tienen serías negligencias que nadie reclama.
Pensemos cuántas veces se gastan millones en servicios profesionales aparentemente necesarios que son el fruto de actos corruptos que favorecen a amigos y familiares. ¿Cuántas veces no se contratan equipos de seguridad como cámaras que no sirven, pero que sus contratos fueron millonarios; sistemas de transporte que no se usan como el SITT; señalizaciones de piso como boyas, topes, pintura, rótulos que están de adorno; o los gastos en semáforos o casetas que no se usan? ¿Cuántas veces gastamos en contratos aparentemente para ahorrar dinero como el celebrado en materia de energía que generó un daño de 800 millones de pesos, y que se tuvo que recontratar para que nadie se diera cuenta? No se diga cuando hablamos de sistema de recolección de basura, que rentamos camiones que nosotros mismos pagamos; o si vamos más lejos; la línea 12 del metro y la plataforma petrolera de Campeche que por decidir sobre explotar las mismas; sin mantenimiento y sin una adecuada vigilancia y regulación, generan catástrofes que nadie responde. No hay culpables.
El clima, el mar, el aire, los huracanes, la noche, el día, el frio o el calor, todo es culpable menos la negligencia de los funcionarios que tomaron una decisión sin conciencia que generó daños a las arcas patrimoniales.
Con esto podemos decir que mientras en México no se exija responsabilidades a cada funcionario por no hacer bien su trabajo, seguirá en decadencia nuestro sistema. Tenemos que tener el valor de exigir daño patrimonial a los responsables que aprenden a costa de la sociedad. Nadie debe quedar exento; desde el ministerio público que arma mal una carpeta de investigación, que termine con la liberación del delincuente, hasta el presidente de la República que toma decisiones inconscientes basadas en su criterio, que no son lo más saludable para las arcas gubernamentales, pero que se toman basados en su composición ideológica y sin pensar si es lo que más conviene al país.
Lo mismo debe ocurrir con jueces, magistrados y ministros, diputados y senadores y con cualquier gobernador, presidente municipal o funcionario que tome decisiones, que, por su falta de conocimiento, causen un daño a las arcas gubernamentales.
No estaría mal pensar en crear carreras para ocupar cargos públicos. Si quieren ser ministro de la Corte; presidente de la República, senador o cualquiera que busca ocupar un cargo de elección popular al menos deberían terminar una carrera especial para saber cómo opera ese cargo y no me refiero a la carrera de derecho o cualquier otra afín, sino a carreras específicas que le permitan saber cómo se maneja el gobierno o cómo debe desempeñar su función, a fin de evitar el mayor daño posible a las arcas gubernamentales, que por negligencia o inexperiencia, cada día se suscita.
Estamos muy lejanos de que esto suceda, pero la suficiencia académica se requiere en otros países para ocupar cargos públicos. Hoy dejamos sembrada la semilla de lo que se necesita, pero habrá que ser valiente y mover la Constitución; con la misma facilidad que se mueve para cosas intrascendentes si es que queremos dar este paso para bien del país, de lo contrario, el daño causado a las arcas gubernamentales seguirá ocurriendo por la inexperiencia, corrupción o negligencia, sin que nadie pueda hacer nada.
¡Basta de un mal actuar que cueste dinero a la Nación!