Muchas veces soñé que me mataba, despertaba llorando: narra expareja de vinculado por tentativa de feminicidio

Alberto, su ex novio, ya había intentado matarla; aunque lo detuvieron una vez quedó en libertad

Por Gabriela Martínez

TIJUANA, BAJA CALIFORNIA A 27 DE AGOSTO DE 2021.-

Fue una tarde de junio cuando ella decidió terminar la relación. Le dijo que quería separarse y Alberto, enfurecido, se colocó  encima y la tomo del cuello, le dijo que no, entre el forcejeo llegaron los golpes a puños y uno de ellos prácticamente la noqueó unos segundos, cuando despertó lo miró caminar hacia ella pero como pudo escapó. Un año después la intentó matar.

Para Ara el miedo es como perder el control de su cuerpo. Todo iniciaba con escalofríos en las manos que le recorrían los brazos hasta alcanzar su pecho, terminaba con el corazón helado y allí estallaba. Comenzaba a moverse de un lado a otro sin parar, se sentía, dijo, como si su cuerpo ya no fuera suyo.

“Me daban muchas ganas de llorar…

Muchas veces soñé que me mataba y despertaba llorando… tuve que ir a terapia”, lamentó.

Alberto fue su primer novio. Iniciaron la relación en 2013 y cinco años más tarde decidió terminar. Durante su noviazgo hubo situaciones que con el tiempo escalaron en el grado de violencia hasta que prefirió separarse. Esa decisión le costó una lesión en el rostro, en la quijada, marcas en el cuello y por poco la vida.

Ese mismo día interpuso una denuncia en el Ministerio Público, la respuesta del personal que la atendió fue advertirle que las lesiones al no poner en riesgo su vida significaba que no había mucho que pudieran hacer. La amenaza con el arma, sus manos en el cuello y los golpes a puño cerrado, insinuaron, no eran suficiente para detenerlo. En cambio le entregaron una orden de restricción.

Nunca recibió una llamada de ningún agente y por eso decidió regresar a las oficinas para preguntar por la investigación. Ahí le explicaron que aún no tenían una carpeta, no había más información y tenía que esperar: ellos, los de la fiscalía, se comunicaban.

Por seguridad cambió de teléfono y también de domicilio pero Alberto nunca dejó de buscarla, habían pasado alrededor de tres meses cuando tuvieron contacto nuevamente. Con miedo y una denuncia que no prosperó, Ara pensó que la mejor manera de protegerse era intentar tratarlo con mucha calma.

“Quería evitar a toda costa su enojo, sabía que era una persona peligrosa”, recuerda.

Alberto insistía en regresar pero Ara lo rechazaba. Su enojo creció hasta que el 23 de abril  de 2019 estalló. Había salido con un amigo, ambos se trasladaron a la Unidad Deportiva, estaban dentro de su coche cuando Alberto llegó, se paró frente a ellos y les disparó.

Ninguna bala los alcanzó pero los agujeros en el carro eran una prueba de ese atentado.

Encendió el vehículo y, aún con el miedo desbordado, controló el volante hasta una gasolinera cercana. Se estacionó y desde ahí llamó al número de urgencias, mientras oficiales de la policía municipal y ministeriales, le preguntaban sobre los hechos una serie de mensajes le llegaron a su celular.

“No pude pero a la próxima no voy a fallar”, decían los textos, mientras ella se los mostraba y les pedía a los policías rastrearlo ellos, los encargados de su seguridad, le respondieron que así no trabajaban, luego de tomar su declaración se retiraron y la dejaron sola, ahí esperó que su familia  llegara por ella.

Después de ese día ya no supo nada de Alberto. Su exnovio había logrado esconderse, aún desde lejos las amenazas no pararon, le escribió a ella y a su amigo, luego un silencio casi sepulcral irrumpió con su tranquilidad.

Por segunda ocasión lo denunció, ahí la primera investigación -cuando la golpeó, ahorcó y amenazó con un arma- solo sintió como antecedente. En mayo de 2020 lo detuvieron pero casi de inmediato fue liberado, su abogado solicitó un amparo que le permitió quedar en libertad.

Una vez que regresó a la calle Ara no volvió a dormir, cada noche despertaba con ataques de ansiedad y pánico. Un ruido fuerte era como revivir los disparos de ese día, lo mismo pasaba si miraba un carro  del mismo modelo de su Alberto, como el que usó durante el ataque.

“Sientes inseguridad, miedo, que alguien te vigila, que te persigue, estás en riesgo y piensas que algo va a pasar y no te sientes segura”, recuerda.

El 19 de agosto Ara conducía rumbo a su trabajo cuando sonó su celular, respondió y desde el otro lado del auricular el agente a cargo de su caso le informó que su ex novio acababa de ser detenido, lesiones e intento de feminicidio, serían parte de los cargos. Cuando colgó detuvo la marcha del carro, se paró en una esquina y luego estalló en llanto.

“Yo creía que cuando lo detuvieran me iba a sentir mejor, pero este proceso también es muy difícil yo lo único que pido es justicia”, Alberto fue vinculado a proceso y se encuentra en el penal La Mesa, bajo prisión preventiva, “mi preocupación es que quede en libertad porque ya salió una vez”.