Por: Lourdes Loza Romero
TIJUANA, BAJA CALIFORNIA A 14 DE SEPTIEMBRE DE 2021.- Pasaban de las de cinco la tarde cuando Ana Cecilia descendió de un taxi. En brazos llevaba a un bebé y a su lado caminaba su hijo de 10 años de edad, apenas tocó la banqueta cuando su todavía esposo bajó de un automóvil. En la mano llevaba un desarmador, que intentó clavar en su cuello en varias ocasiones.
Todo quedó grabado por la cámara de un negocio cercano, sobre el bulevar Benito Juárez en Playas de Rosario.
Ese es el tipo de violencia que debe prevenir el cumplimiento de la llama “Alerta de Género” y que todavía no se materializa.
Fue el pasado 25 de junio cuando el Gobierno Federal concedió la Alerta de Género a Baja California, luego de que el asesinato de Lucero Rubí en San Quintín moviera a las autoridades a trabajar y revisar que hacía falta para poder proteger a las mujeres contra la violencia de género.
El 29 de junio formalmente se presentó la Alerta, con la visita del subsecretario Alejandro Encinas, en medio de un peculiar festejo por parte de las autoridades estatales.
Nadie entendía -y seguimos sin entender- porque celebraran ese decreto, que respaldaba la hipótesis de que Baja California es una de las entidades más peligrosas para ser mujer, porque la violencia de género y los feminicidios están casi a la orden del día.
Esta semana la Comisión de Igualdad entre Mujeres, Hombres y Juventud se van a reunir con la intención de marcar una ruta y trabajar en las recomendaciones que forman la alerta, sobre todo aquellas que requieren algún movimiento presupuestario.
Es la nueva Legislatura local la que se pondrá a trabajar en las recomendaciones, porque a la anterior la agarraron en plena mudanza.
Mientras la violencia de género continúa ocurriendo. Hombres, sobre todo hombres, siguen violentando a sus parejas o a mujeres con las que conviven, sin importarles dejar evidencia.
A Josafat, pareja de Ana Cecilia, lo ubicaron a pocos metros de donde la atacó. Todavía sostenía el desarmador y lo limpiaba con un trapo cuando lo abordaron policías municipales.
Un día antes, Claudia Patricia fue asesinada por su marido en su hogar, ubicado en el fraccionamiento Urbi Villa del Prado. Ahí mismo Claudia tenía una tienda y la mujer que la ayudaba fue quien escuchó el disparo y solicitó el apoyo al número de emergencias.
Para cuando llegaron los paramédicos a brindarle los primeros auxilios, ella ya no contaba con signos vitales. A su marido y agresor, José Manuel, lo detuvieron todavía con el arma en las manos.
En ambos casos aún no se sabe si las víctimas denunciaron agresiones previas, porque se sabe que la violencia feminicida va en escalada.
Lo que ya resulta muy obvio, es que la Alerta de Género no es garantía de que dejen de matar a mujeres. Aunque eso ya lo sabíamos, incluso antes de que Encinas viniera a Tijuana a estrechar la mano de Amador Rodríguez Lozano, mientras que unas cuantas funcionarias estatales posaban sonrientes para la foto oficial de la declaratoria.