Por: Octavio Fabela Ballinas
TIJUANA, BAJA CALIFOIRNIA A 23 DE SEPTIEMBRE DE 2021.- Pese a que estamos en una etapa de transición en la última semana hemos observado a un gobernador que ya se va y no se quiere ir y a una gobernadora electa que parece no quiere llegar o al menos esa es una interpretación que podemos hacer de su silencio ante temas importantes que necesitan fije su postura. Es el momento, creo yo, para que él se calle y ella hable.
El asunto de la revocación de mandato que tiene muy ocupado y preocupado al gobernador Jaime Bonilla debería dejarlo por la paz porque es un asunto que tiene que resolver el Congreso del Estado y porque su mini administración está a punto de concluir y más que debatir en algo que no es su tema, debería estar preocupado en entregar buenas cuentas.
Entre el lunes y martes de esta semana nos enteramos de que el gobierno de Baja California, que presume de finanzas sanas, entregó estímulos económicos simbólicos, es decir, sin dinero y que al Ayuntamiento de Tijuana le sigue jineteando millones de pesos de las participaciones federales que le corresponden.
Estos dos asuntos nos dan una clara muestra de lo que desde el inicio ha sido la administración de Jaime Bonilla, un gobierno de simulaciones y pleitos inútiles. Hoy, 22 de septiembre, han transcurrido 691 días en los que el gobernador de Baja California ha peleado con las sombras, no ha resuelto nada y todo indica que lo mismo hará en los 39 días que le restan.
Durante la semana de los festejos patrios, las circunstancias le mostraron la realidad que no quiere ver y que se niega a aceptar: se está quedando solo. El puñado de personas vitoreando a los héroes de independencia en medio de una plaza vacía, pero custodiada por todos los flancos, refleja lo que vive realmente el gobernador Jaime Bonilla.
Y en medio de las simulaciones de finanzas sanas, de préstamos con destino desconocido, cobros indebidos que deberán de devolverse, seguridad con niveles de incidencia a la alza, bravatas inútiles y transmisiones feisbuqueras presumiendo transparencia, hay una gobernadora electa que a días de asumir el encargo guarda silencio y distancia sobre los temas verdaderamente importantes.
De la señora Marina del Pilar Ávila Olmeda sabemos que está a un mes de que asuma el cargo como gobernadora de Baja California, que varios de sus colaboradores tienen la experiencia de haber trabajado en administraciones pasadas, que no comparte la idea de que el abasto del agua debe municipalizarse y que en varias cosas más no comparte el punto de vista del actual gobernador Jaime Bonilla Valdés.
Lo que no sabemos es el porqué de su silencio, de sus actividades durante el proceso de transición nos hemos enterado más de encuentros sociales que del trabajo y, sobre todo, del punto de vista que tiene sobre los asuntos que le corresponderá encabezar a partir del primero de noviembre cuando inicie su administración.
Ojalá, en los días que restan para el cambio de administración, Jaime se calle y Marina hable. Ya va siendo hora que él se calle y ella hable.