Mujeres violentadas prefieren huir a quedarse en un refugio
Por: Korina Sánchez S.
TIJUANA, BAJA CALIFORNIA A 5 DE OCTUBRE DE 2021.- Las mujeres que son víctimas de violencia prefieren huir de su agresor antes de quedarse en un refugio que les brinda el gobierno, reconoció la fiscal de Delitos Contra las Mujeres por Razón de Género, Adriana Lizárraga González.
“Desaparecer” es la opción que eligen las mujeres que, muchas veces junto a sus hijos deben huir de un delincuente, que suele ser su pareja, para salvar su vida y la de su familia.
“Lo primero es se les ofrece un refugio para que ellas se sientan seguras y si no aceptan el refugio, pues ya se les manda la policía para que haga los rondines”, aclaró la funcionaria.
“Aparte que no se acerque la persona, que no la intimide, que no la moleste”, puntualizó y explicó que aquellas que se atreven a denunciar y quedarse, se les hace un resguardo de identidad.
Los refugios para las mujeres víctimas de violencia están en el Sistema DIF, aunque dijo que la mayoría de ellas no aceptan refugio “pero siempre se les ofrece cuando presentan la denuncia”, especificó.
Infirmó que en la capital de Baja California se trabaja con el Centro de Atención a la Violencia Intrafamiliar en Mexicali (Cavim) y en Tijuana con el Centro de Justicia para las Mujeres, que tiene un refugio provisional para las madres y sus hijos.
- El caso de Wendy
Wendy huyó de su hogar en Tijuana al lado de sus cinco hijos. La joven de 33 años de edad jamás pensó que el padre de sus niños y a quien consideró desde su adolescencia “el amor de su vida”, fuera violento.
Se embarazó a los 15 años de edad, cuando estaba a punto de concluir la secundaria, pero no logró graduarse. Vivía en casa de los padres de su pareja, Javier, que entonces tenía 16 años de edad (y tampoco terminó los estudios).
Pasaron momentos complicados porque “no teníamos mucho dinero para comer, yo empecé a vender burritos en el sobrerruedas cuando estaba embarazada, pero me dio anemia y ya me tuve que quedar en casa”.
Comparte que “no supo cómo” se embarazó cuatro veces más, para formar una familia de tres hijas y dos hijos… Mientras su pareja trabajaba en una tortillería, moliendo el maíz.
Las carencias hicieron que la pareja cayera en desesperación y entonces llegó la violencia, lamenta Wendy, quien ahora vive en Durango junto a Heriberto, un hombre cinco años mayor que ella.
“Ya no aguantaba, todos estábamos enfermos: yo no tenía dientes, él estaba dolido de la espalda, mis hijos estaban enfermos”, comparte la joven.
Pero el detonante de la violencia en el hogar de Javier y Wendy fue cuando ella intentó trabajar nuevamente y él no aceptó porque “le dieron celos”.
“Me cacheteó y ahí estaban mis hijos. Me dijo que si me salía de la casa (para trabajar) era para andar de puta y me golpeó todo el cuerpo”.
Ese día, Wendy intentó huir, pero no lo consiguió, así que esperó a que bajara la tensión. “Hice una bolsa con poca ropa y papeles de los niños y él los vio al otro día”.
La joven de entonces 28 años de edad recibió nuevamente golpes. No durmió esa noche. Se fue en cuanto Javier salió a trabajar.
“Ya no me llevé nada, nada, nada. Solamente me fui de la mano con mis hijos”.
Javier buscó a Wendy, incluso denunció su “desaparición” ante la entonces Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), pero ella ya estaba en otro estado de la República. No con su familia en Tijuana, no en un refugio que brinda el gobierno porque no tenía confianza de que estaría segura.
La fiscal de Delitos Contra las Mujeres por Razón de Género, Adriana Lizárraga González no supo cuántas mujeres se encuentran en los refugios por ser víctimas de violencia en Baja California.