Revolución Púrpura. La importancia de alzar la voz desde una redacción segura

Por Lourdes Loza Romero

TIJUANA, BAJA CALIFORNIA A 5 DE OCTUBRE DE 2021.- Alejandra Guerra siempre nos dice a las “Púrpuras” (Gabriela, Selene, su servidora) que como reporteras/periodistas debemos tomar los espacios y hacerlos nuestros, para alzar la voz. 

Ser mujer en un país tan violento como México es difícil, ser reportera le agrega un mayor grado de vulnerabilidad. Por eso es de valientes dedicarnos a este oficio, porque también este país es uno de los más peligrosos para desempeñarnos.

Y a eso le agregamos que las redacciones no siempre son un lugar seguro, en muchas ocasiones obligan a las colegas a cambiar de giro, a ir de empresa en empresa buscando seguridad, apoyo moral, y que nos permitan crecer profesionalmente.

Una mujer reportera no solo debe esquivar la violencia, ya sea por ser mujer o por el oficio que desempeña, también debe aprender a enfrentarse a conductas misóginas.

Hace unas semanas hablábamos de nuestra colega Andrea Celeste, conductora de noticias de Canal 66 en Mexicali. La compañera tuvo una desafortunada experiencia cuando trató de hacer una crítica sobre un sacerdote que despotricó contra las mujeres y el tema del aborto.

Andrea Celeste fue interrumpida por su compañero Edgardo, que se dedicó a dar una opinión plagada de desinformación. No cumpliendo con el objetivo de nuestra labor, que es informar con información objetiva y veraz.

Después de ese momento Edgardo fue “castigado”, ofreció disculpas a su teleaudiencia y después se le pidió disculpas a él porque su jefe sintió que se le había pasado la mano. Mientras Andrea pasó a segundo plano, ni siquiera se consideró que merecía una disculpa por parte de su compañero, menos por parte de la empresa en la que laboró en los últimos seis años.

Ayer por la mañana Andrea publicó en sus redes sociales su renuncia oficial a Canal 66, así como los detalles del nuevo proyecto al que se suma esta semana. La voz la seguirá teniendo en alto y la proyectará desde un nuevo espacio, donde sin duda tendrán eco todos esos temas que el pasado 14 de septiembre no pudo abordar porque su “compañero” no la dejó exponerlos.

Desde aquí, nuevamente, hacemos énfasis a la importante de que nuestros lugares de trabajo, los que casi siempre son como nuestro segundo hogar, sean lugares libres de cualquier tipo de violencia, que nos permitan desempeñarnos de manera digna.

Ahora, después de lo que ocurrió con Andrea, nos queda claro que Canal 66 no es un lugar seguro para las mujeres reporteras y periodistas, mucho menos sororo. Para que pongan atención las nuevas generaciones de colegas.