Por Lourdes Loza Romero
TIJUANA, BAJA CALIFORNIA A 5 DE NOVIEMBRE DE 2021.- En marzo de 2019 fue inaugurado con mucha algarabía el Hospital Materno Infantil, luego de más de seis años en construcción y una supuesta inversión de varios millones de pesos.
El evento protocolario se realizó justo antes de que se aplicará la veda electoral de aquel año. Bajo el sol pusieron un templete para que los funcionarios de salud -con la gran ausencia del entonces titular el doctor Guillermo Trejo Dozal-, tomaran asiento mientras iban desfilando los oradores del día.
Aún recuerdo que en medio del evento llegó una ambulancia, al parecer una mujer era trasladada desde otro hospital para dar a luz finalmente en el recién inaugurado. Las autoridades aprovecharon el momento para revelar que hasta esa fecha ya se habían atendido por lo menos otros 30 partos más, con sus limitantes.
Lo ideal era que el Materno Infantil de Tijuana absorbiera la mitad de la demanda que atendía el servicio de gineco obstetricia del Hospital General, que cada año reportaba más de 6 mil nacimientos. Aunque en su primera fase solo estarían disponibles 20 de las 60 camas que contemplaba el proyecto original.
En sus primeros meses (de abril a diciembre) el Materno atendió poco más de 1 mil 700 partos, incluyendo cesáreas, en comparación a los más de 6 mil que atendió el Hospital General el año previo.
Un año después de su pomposa inauguración, se desató la pandemia por la COVID-19 y el Hospital General, que era el hospital público que más atenciones brindaba, fue reconvertido para atender casi de manera exclusiva a los pacientes diagnosticados con esta nueva enfermedad.
Las carencias del Materno se hicieron más evidentes, así como las del resto de hospitales del sector público. Al cierre del 2020 registró poco más de 3 mil 200 partos atendidos.
En plena pandemia una mujer embarazada sin los recursos suficientes para atenderse en el sector privado, debía emprender un verdadero viacrucis para lograr ser atendida y dar a luz dignamente.
Las que más sufrían eran las que tenían alguna complicación de salud, pues necesitaban la atención de especialistas que escasearon durante la pandemia, pues hay que recordar que mucho médicos especialistas se resguardaron por considerarse población de alto riesgo ya sea por la edad, por padecer comorbilidades o por el simple temor a la enfermedad.
Tan solo de enero a octubre de 2020 la delegación Tijuana de la Cruz Roja registró 78 traslados de mujeres embarazadas a municipios de otros hospitales. Recuerdo un caso de mediados de año, entre mayo o junio, de una joven que solicitó atención de urgencia en la colonia Terrazas del Valle. La ambulancia llegó, subió a la paciente luego de evaluar que requería la atención en un hospital, pero luego de más de 30 minutos en espera de la asignación de un hospital receptor, los familiares optaron por bajarla de la unidad para trasladarla a una clínica particular de la colonia.
La respuesta del Centro Regulador de Urgencias Médicas fue que el único hospital que podría recibirla en esos momentos estaba en el municipio de Ensenada. Estas historias se repitieron a lo largo del 2020 y también en parte de este 2021, sobre todo en los meses donde se registran picos por los aumentos de casos COVID-19.
Hace unas semanas vimos el caso que reflejó mejor las condiciones en las que se encuentra el Materno Infantil, que por unos días permaneció sin recibir pacientes por la falta de personal e insumos. Una joven de 19 años dio su testimonio, tenía por lo menos dos días recorriendo hospitales para recibir atención, en ninguno la aceptaron hasta que su caso dio la vuelta en varios medios locales, fue entonces que el Materno Infantil la atención para decirle que todavía le faltaba una semana para dar a luz, casualmente la que le quedaba a la administración de Jaime Bonilla. Aunque reportaron su estado de salud y el de su bebé como estables, ya no se volvió a mencionar el tema de nuevo.
Ahora, la difícil situación de este hospital (y de todos los demás) es un gran pendiente que hereda el nuevo secretario de salud, el doctor Medina Amarillas, quien con cierta tranquilidad ha manifestado que está enterado de que el abasto de los hospitales de la Zona Costa no es suficiente aunque si tienen lo básico, dejando de lado que a veces esos insumos básicos los ponen los propios familiares de los pacientes o los trabajadores del sector salud.