Por Lourdes Loza Romero
TIJUANA, BAJA CALIFORNIA A 10 DE DICIEMBRE DE 2021.- A algunos bajacalifornianos no se nos olvida que a principios de este año el exgobernador Jaime Bonilla atacó a la Cruz Roja del estado, amenazando con ya no entregarle el donativo que la ciudadanía otorga a través del pago de impuestos estatales, con el pretexto de que no ayudaron durante la contingencia por COVID-19.
Antes que nada, hay que aclarar que la Cruz Roja es una asociación de asistencia privada. Nunca ha sido de gobierno. Pide cooperación porque necesita recuperar los insumos que gasta. Lo único gratuito es su servicio prehospitalario, o sea, la atención que da a través de sus ambulancias.
En Tijuana, la Cruz Roja fue la que atendió casi el 90 por ciento de las emergencias por COVID-19. La Secretaría de Salud -que debería otorgar ese tipo de atenciones- no cuenta con suficientes unidades ni personal para atender emergencias, las pocas ambulancias bajo su cargo solo cumplen con traslados programados, mientras que la benemérita absorbe toda la responsabilidad.
Aclarado esto, quiero hablar del tema principal de esta columna. La ratificación de un funcionario de Bonilla, que tiene una mancha en su gestión por el mal manejo de una contingencia local.
Dato plus: ¿no se supone que Marina del Pilar no iba a “reciclar” funcionarios de la administración de Bonilla? Recuerdo que la actual gobernadora, antes de tomar protesta, declaró con mucho orgullo que ninguno de los trabajadores de su antecesor permanecería en su gestión. Quien sabe de donde sacó a su secretario general Catalino Zavala y al secretario de Educación, ¿no?
Otro es Salvador Cervantes, quien fue traído desde el sureño estado de Chiapas por el exsecretario general de gobierno Amador Rodríguez Lozano (los rumores dicen que tienen un parentesco muy cercano) para que se hiciera cargo de Protección Civil. No critico su condición migrante porque Baja California es tierra de migrantes, lo que critico es que no se consideró a personas con mayor experiencia en la atención de emergencias locales para este cargo.
Anteriormente uno de los personajes claves en Protección Civil fue -y sigue siendo- Antonio Rosquillas, quien ha estado en la dependencia tanto a nivel municipal como estatal en los últimos 30 años. Años de experiencia lo avalan, pero esos años de cuidarnos de los peligros naturales fueron desechados por “cuestiones políticas” y por la imposición de un “junior” (que por cierto, a Rosquillas siguen sin pagarle su finiquito).
Esta imposición tuvo un costo en enero pasado. Justo cuando Jaime Bonilla despotricaba contra la Cruz Roja ocurrió una nevada en el estado, la cual Cervantes atendió atropelladamente. Primero, porque ignoró a su equipo (el poco que sobrevivió a los movimientos políticos del cambio de administración/partido) y no autorizó lo que es debido en estos casos: el cierre del flujo vehicular en el área de La Rumorosa.
Esto provocó que por lo menos unas 100 personas se quedaran varadas en este tramo carretero, a muy bajas temperaturas. Pero, ¿qué creen? Afortunadamente, siempre hay alguien dispuesto a ayudar. Desde muy temprano la delegación Baja California de la Cruz Roja alistó su vehículo híbrido, lo que conocemos como “la oruga”, para ir al rescate de estas personas.
Cervantes por su parte, acudió a la zona cuando ya había pasado todo y solo para atender una entrevista con un medio local. Por si fuera poco, revivió a la “oruga” solo para hacer un live y aparentar que el Estado también tenía las herramientas para rescatarnos.
El problema es que ese vehículo tenía ocho años guardado en un “corralón”, donde el Estado resguarda unidades en mal estado en el área de La Rumorosa. Según una buena fuente, a este vehículo (adquirido en 1999 por Alfredo Escobedo) no se le ha dado el mantenimiento adecuado en los últimos años.
En teoría tenemos tres vehículos de este tipo, que son todo terreno, uno es el que compró Escobedo para la dependencia estatal y dos de la Cruz Roja Baja California. Y pues si, en la práctica solo sirven los de la Roja.
A esto agréguele que Cervantes resultó un pequeño tirano que actúa a las órdenes de sus jefes, para que no le quiten su “hueso”.
En la administración de Bonilla prestó la dependencia estatal en la guerra que el exgobernador mantuvo contra varios empresarios de la región. Protección Civil era el primero de la “avanzada”, su personal acudía a ciertos negocios para buscar cualquier detalle que pudiera significar la clausura y así extorsionar a los empresarios.
Mientras él, por alguna extraña razón, despachaba casi todo el tiempo desde su casa al cuidado de un grupo de escoltas que le otorgó “papi” Amador (se entiende, en un estado casi gobernado por el narco todos quisieramos tener escoltas)
Ahora con Marina, la ratificación de Cervantes ocurrió casi en lo “oscurito”, algunos nos dimos cuenta de que el bonillista seguía en la administración pública porque lo mencionaron en un par de boletines del nuevo gobierno.
Al parecer Cervantes se mantiene en bajo perfil mientras desmantela la coordinación estatal, pues se está deshaciendo del poco personal operativo de la dependencia estatal, ese que cuenta con la experiencia para atender las contingencias locales a las cuales Cervantes no está familiarizado.
¿Y para qué? Pues parece que se quiere traer a su gente que dejó en Chiapas, tal vez para cumplir con alguna misión especial asignada por el nuevo gobierno. De acuerdo con el pronóstico general, este invierno será más frío. Que la nevada nos agarre confesados.