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Responsabiliza policía de caso Yurem a guerra entre Bonilla y exalcalde

Por: Gabriela Martínez

TIJUANA, BAJA CALIFORNIA A 14 DE ENERO DE 2022.- Después del enfrentamiento, José Luis se plantó sobre la calle para vigilar que el agresor no escapara, pero lo perdió de vista. Minutos después sólo escuchó que alguien confirmó que un niño ya no contaba con signos vitales: ¿Cuál niño? cuestionó el policía acusado de asesinar al menor Yurem, durante un enfrentamiento.

Mientras esperaba a los otros policías, un silencio casi sepulcral lo alcanzó: Llamaba a la frecuencia, pero nadie le respondía cuenta a Esquina32 José Luis Garibay Rojas, minutos antes de trasladarse voluntariamente ante el Ministerio Público.

“Era puro silencio. No escuché nada, por la frecuencia les dije ‘adelante 0-15 aquí estoy por si sale’…  pero ya no escuché nada, no contestaban… momentos después me entero que un niño había sido impactado”.

José Luis es uno de los ocho policías acusados de asesinar a un niño durante un enfrentamiento. Es elemento de la Policía de Tijuana desde hace cuatro años y el miércoles 12 de enero se entregó a autoridades de la Fiscalía General del Estado (FGE); le acusan de homicidio, abuso de autoridad y falsedad de declaración por la muerte de un hombre y de Yurem Adiel, de cinco años de edad, ambas ocurridas el 16 de septiembre de 2020.

De ese día recuerda que trabajó en un operativo coordinado por el subjefe de esa delegación, participaron al menos ocho elementos, era un turno completo. Durante un patrullaje sobre el Bulevar Blake Mora, observaron a una persona cruzar la calle con sus manos pegadas a las costillas.

Uno de los oficiales, quien iba a cargo de la tropa, interceptó al desconocido. Le pidió que detuviera el paso, pero recibió como respuesta un: vete a la verga. La frase, según narra José Luis, salió de aquel hombre con toda tranquilidad sin importarle que un grupo de policías estuvieran detrás y en esa cercanía.

Para cuando el subjefe alza la voz para que se detuviera el sospechoso volteó con un arma que, detalla el oficial, estaba pegada a su cuerpo casi escondida en una sudadera.

“Ahí fue cuando reaccionamos… El supervisor pasó rodando por el piso… no sabría decir cuántos disparos fueron pero al menos si escuché unos tres y ni modo es que le ganó el tirón (al subjefe)”, recuerda.

En ese momento inicia el enfrentamiento y un par de policías responden con detonaciones,   pero el hombre que recién les disparó corre de un lugar a otro y la tropa lo persigue, lo miran dirigirse hacia un Elektra y esconderse en un lote baldío pero para ese entonces cuando llega José Luis lo pierde de vista, pero se queda ahí, inamovible, como un pilar para vigilar.

“Esa fue toda mi participación”, lamenta el oficial, a quien se le escapa una disculpa que ofrece a la familia de Yurem Abdiel y también un abrazo a la distancia para su compañero, de quien escaparon las balas que alcanzaron el cuerpo del niño de cinco años.

Para José Luis el trato que ha tenido la FGE hacia él y sus compañeros es como el de una bestia que los embiste con toda la fuerza del sistema, como si existiera una encomienda de verlos en prisión. No entiende por qué la corporación para la que trabaja y el Estado los han abandonado: Ni apoyo económico, asesoría legal ni moral.

El enfrentamiento entre los policías y el desconocido ocurrió durante otro choque entre el exgobernador, Jaime Bonilla Valdez y el exalcalde de Tijuana, Arturo González Cruz, ambos sostenían una guerra de poder que, piensa José Luis, terminaron por pagarla ellos como si antes que la impartición de justicia les hubiera importado más tener la razón.

“Se siente tristeza, te preguntas porque pasan estas cosas, porque fueron las cosas así… yo no me esperaba esto porque nos han embestido como si fueran un toro embravecido, estoy consciente, es un homicidio culposo… al final de cuentas ocho familias están destruidas, me hubiera gustado que lo hiciera con legalidad”, lamentó.