Por Octavio Fabela Ballinas
TIJUANA, BAJA CALIFORNIA A 30 DE MARZO DE 2022.- El número de homicidios es quizá la expresión más visible de la violencia, quitarle la vida a alguien por el motivo que sea es la peor manera de terminar alguna diferencia, pero no es la única manera de manifestar lo violentos que nos hemos convertido como sociedad en los últimos años.
En Tijuana llevamos más de dos décadas conviviendo con la violencia en muchos sentidos, basta con pararse en cualquier fiesta y notaremos que hasta en la letra de las canciones que escuchan y hasta se bailan se proclama el ser violentos como una virtud que permite a las personas superarse en lo económico y ganar respeto social.
Hay series de televisión, películas en las plataformas digitales y muchos, muchísimos artículos de consumo en los que se privilegia el ser violento como un sinónimo de estatus, de ser el mejor, hasta lo comparan como una forma de superación, es decir, si eres violento y no te dejas al grado de matar o utilizar armas ya eres valiente y tu vida es digna de ser contada.
En medio de toda esa cultura de que ser violento es casi ser un héroe, tenemos a una autoridad permisiva que no supo, en su momento y que no sabe en los tiempos actuales, como detener el impuso a la violencia de una generación que creció viendo como héroes a quienes mediante actos violentos se superaban.
Y en medio de un ambiente violento, observo con muchísimas reservas que hoy, la fuerza pública en la ciudad se ha triplicado, a los 2 mil policías municipales se suman 4 mil elementos del Ejército y la Guardia Nacional para inhibir la comisión de delitos, es un remedio urgente, se entiende, pero además de las armas ¿qué estamos haciendo?
La presencia de mayor personal armado patrullando las calles puede ser solo un mejoralito para un enfermo terminal si la vigilancia no va acompañada de dos cosas que, por lo pronto, no se ven por ningún lado, programas de rehabilitación para el consumo de drogas y control de los contenidos que difunden la violencia.
El atentado del que fueron víctimas dos jóvenes estudiantes al interior de un bar, no pude ser visto exclusivamente desde la óptica feminista que fustiga a quien agrede a una mujer, va más allá porque es el reflejo de una sociedad en la que si no se cumplen tus caprichos actúas de forma violenta y agredes físicamente a quien no accede a tus deseos.
Que bueno que ya se empieza un movimiento para castigar, donde más le duele a un negocio, es decir, en la caja registradora, a quien no garantiza seguridad para sus clientes, pero medidas como esa se deberían adoptar en otros negocios que también han hecho fortuna promoviendo lo que ahora nos tiene, como sociedad, muy castigados.
Para eso se necesita voluntad de las autoridades y conciencia de los ciudadanos, porque si no lo asumimos como un cáncer que este año ya le arrebató la vida a 408 personas, y si la autoridad no ofrece una respuesta institucional al problema, tener a los soldados en condiciones precarias en la ciudad, será de beneficio momentáneo y poca utilidad.