Por Octavio Fabela Ballinas
TIJUANA, BAJA CALIFORNIA A 13 DE ABRIL DE 2022.- Tenía varios años que no me tocaba utilizar el sistema de transporte público de la ciudad para realizar las actividades diarias, de la última vez que lo había hecho a la semana pasada noté que en vez de avanzar, aunque sea un poco, está peor que la última vez que había necesitado trasladarme en él.
Aunque sigue desordenado, con rutas que dan mucha vuelta y chóferes que siempre tienen prisa y de pronto se detienen como si el reloj también lo hiciera, noté algo en común: casi todas las unidades en las que me tocó subirme tenían en el vidrio trasero una calcomanía que promovía la consulta de Revocación de Mandato.
Ese uso político que le dan los gobiernos, el actual y los anteriores al transporte público es, quizá, la más pesada loza que impide que tengamos un transporte moderno, ágil y que como los propios funcionarios lo pregonan, permita que dejemos de lado el automóvil particular y lo utilicemos para hacer nuestras tareas diarias.
Lo mismo me tocó ver como en un espacio en el que no es posible que una persona esté de pie, los choferes invitaban al pasajero “a irse paradito”, me tocó constatar que en horas pico además de pelear el pasaje, conduciendo con velocidad inmoderada, los vehículos utilizados están desgastados de más, no me tocó subir a ninguno con amortiguadores en buen estado.
El pasaje es cuantificado por persona, no importa si tu humanidad ocupa más espacio que el de una persona promedio, si el asiento lo tienen destinado para cuatro ¡tienen que caber cuatro pasajeros! De no cumplirse esa regla, el taxi no avanza, “súbale ahí cabe otro” dicen los choferes, aunque físicamente eso sea imposible.
Varias de las rutas en las que me tocó viajar, anteriormente eran cubiertas por camiones grandes, en los que subíamos muchas personas, ahora esa misma cantidad de gente tiene que hacer el trayecto amontonados en pequeñas unidades que por su capacidad se niegan a respetar la tarifa especial para personas mayores.
Todos los vehículos en los que me tocó viajar adolecen de alguna falla mecánica, podría asegurar que todos tenían los neumáticos al límite de desgaste, los asientos modificados no dan el espacio para que las personas puedan acomodarse en ellos.
Todos parecían amparados en la calcomanía esa en el espejo trasero que invitaba a votar a favor de AMLO.
¿Cuántos intereses se esconden debajo de los asientos destartalados de las unidades del transporte público?… ¿Cómo le hacen para pasar la revisión mecánica?… ¿Colocar propaganda política en los vidrios es patente de impunidad?… ¿Existe la posibilidad de que el sistema mejore realmente?
Lo único que cambió realmente con el traspaso de municipal a estatal en el transporte público es el tipo de patrullas que presuntamente están para revisar que las cosas se hagan bien; no mejoró el tipo de servicio que reciben los ciudadanos que están obligados a pagar por algo que no llena los estándares mínimos de eficiencia.
¿Sabía usted que son pocas las ventanas del transporte público que funcionan? En fin, podríamos escribir muchas cuartillas para describir todo lo que no se hace conforme al reglamento del transporte, pero se resume a uso político, simulación y mal servicio. Así ¿cómo piensan mejorar?