Por: Octavio Fabela
TIJUANA, BAJA CALIFORNIA A 10 DE AGOSTO DE 2022.- Hacía tiempo que no me tocaba utilizar el transporte público para realizar las actividades diarias; hice eso sí, me tocó hacer entrevistas con usuarios y transportistas, los temas siempre son variados pero la experiencia de tener la necesidad de trasladarse en el sistema actual rebasa, con mucho, la percepción que tenemos quienes somos automovilistas.
Aunque el Instituto de Movilidad Sustentable del gobierno del Estado y la Secretaría de Movilidad del gobierno municipal lo nieguen, en la medida que sigan autorizando la circulación de las unidades tipo Urvan será imposible que el sistema ofrezca un servicio digno para quienes pagan el pasaje.
Muchos de los vehículos todavía exhiben para quejas y reportes el teléfono de la Dirección de Vialidad y Transporte Municipal, ese que siempre marcabas y nunca te contestaban, por las mañanas era común escuchar alabanzas y por las tardes los narcocorridos es el play-list de los trasladados, algunos ya cobran una tarifa que no es la autorizada.
De todas las unidades que utilicé durante los diez días que hice mis traslados en el transporte público, puedo asegurar que más del 80 si no es que el 90 por ciento de ellas tenían las ventanillas descompuestas, y en estos días de intenso calor eso es un crimen y en ninguno de los casos me tocó subirme a un taxi con los asientos distribuidos de acuerdo con el fabricante.
Y este es el principal problema, el espacio, cada vez son menos los camiones que se ven circulando por la ciudad, también cada vez es menor el espacio que existe para los pasajeros, y ni los choferes, ni quienes les ayudan gritando la ruta conocen en lo más mínimo el principio del espacio físico, para que avance el taxi forzosamente deben estar, aunque no quepan, tres personas sentadas en un asiento modificado.
Yo soy una persona de estatura media, aun así, no es posible que mi humanidad quepa en el espacio que hay entre los asientos de los taxis y las Calafias, recuerdo bien que distraído no puse atención a la indicación de un hombre que insistía en el sitio cercano a la Clínica 27 que en el asiento en el que estaba, tenían que caber cuatro personas cuando por nuestra complexión, los tres que ya estábamos en el vehículo llenamos el espacio.
Además de pelear el pasaje durante la ruta o de plano circular a vuelta de rueda “para que el de adelante se vaya”, en los días que utilice el transporte público fue imposible calcular los tiempos de traslado. Reitero, hay conductores muy amables y conscientes, pero para mala fortuna son los menos.
Mantener el sistema del transporte público utilizando los vehículos pequeños es condenarlo al fracaso, para mover personas en el volumen de las que se tienen que trasladar en Tijuana es necesario volver a los camiones, con ellos, además de ganar en espacio y confort para los usuarios se evitará que los taxis sigan como uno de los factores que provocan el caos vial.
En este no hacer bien las cosas, también los usuarios tienen buena parte de la culpa, me tocó que personas cuyo destino era cruzando un semáforo, esperaban a que el taxi llegara al sitio exacto de su destino para pedir la bajada, en algunas ocasiones el mismo vehículo hacía hasta tres paradas en una misma cuadra.
Si no pueden ¡Renuncien!
En otro asunto, tras el atentado en el que perdió la vida el abogado, Oscar Francisco Aguirre Rubio, colegios y barras de abogados exigen el esclarecimiento del crimen, lamentan que con él son cinco juristas asesinados en lo que va de este año, pero hay otros que también fueron abatidos y los casos continúan impunes.
Llama la atención el reclamo que hacen desde la Federación de Barras, Colegios y Asociaciones de abogados porque, efectivamente, son más de 4 mil millones de pesos que se presupuestaron para garantizarnos seguridad y procuración de justicia a los bajacalifornianos y no se ven resultados.
¿Error en la designación de las personas responsables? ¿Estrategia equivocada? ¿Colusión entre autoridades y criminales? No es posible determinar la causa, al menos no para los ciudadanos comunes que lo único que pedimos es que se cumpla con la promesa de campaña que hicieron todos los funcionarios electos: Garantizar seguridad.
Hoy son los abogados los que exigen que el crimen de su colega no quede impune, antes fueron médicos, en su momento fuimos los periodistas y hasta la iglesia exige que no haya impunidad para los asesinos como lo hacen a diario familiares de las mil 160 personas que han muerto de manera violenta este año solo en Tijuana.
Creo que todos, sentimos que el dinero que se destina para seguridad no se refleja en los hechos, y ya la comunidad empieza a exigir cuentas y comienza a sonar el reclamo que en su momento lanzó el poeta Javier Sicilia: Si no pueden ¡Renuncien!