Por Octavio Fabela Ballinas
TIJUANA, BAJA CALIFORNIA A 2 DE NOVIEMBRE DE 2022.- Han pasado diez meses y en vez de disminuir el índice de homicidios creció, de los cuatro asesinatos diarios que se cometían en el mes de enero, ahora son en promedio seis y los últimos cada vez se cometen en lugares donde todos, incluidos los involucrados, supondríamos son espacios seguros y vigilados.
El homicidio del pasado domingo en la glorieta Cuauhtémoc, a solo una cuadra de la sede de la Secretaría de Seguridad Pública y a solo dos de la Fiscalía General del Estado se cometió de forma impune, los sicarios huyeron con facilidad y hasta el momento solo sabemos que una de las personas asesinadas era investigado por el delito de robo.
De forma inexplicable los sicarios huyeron sin ser atrapados como en su momento también lo hicieron quienes le quitaron la vida a un abogado enfrente de uno de los edificios con mayor nivel de custodia de la ciudad: La penitenciaría de La Mesa, los dos atentados ocurrieron en horarios en los que para todos es muy complicado circular.
Estos dos atentados ponen al descubierto que todo el sistema de seguridad no está haciendo su trabajo, ninguno hace la parte que les corresponde, ya que quienes tienen la obligación de investigar y detener a quienes ya consumaron los atentados tampoco lo hacen y eso crea el clima de impunidad que se convierte en el combustible que anima a los sicarios a seguir quitándole la vida a otras personas.
A diez meses de distancia, en el ánimo de las personas no existe el sentimiento de seguridad, los ciudadanos en la calle cada día desconfían de todo y si bien la necesidad de llevar el sustento a casa los hace salir a la calle, el movimiento habitual no es, como lo quieren hacer ver los responsables de la seguridad, resultado de la confianza.
Y en ese hacer como que hacen y no vigilan ni investigan, los homicidios están cometiéndose cada vez en lugares en los que parecía serían imposibles, provocando que los ciudadanos comunes, quienes no tenemos nada que ver con criminales, sintamos temor, la cantidad de personas que había cerca del sitio del atentado estuvieron en riesgo de ser víctimas.
Para este tipo de atentados no existe justificación para que los asesinos escapen y sigan libres, no la hay porque se cometieron en lugares presuntamente vigilados, porque son punto de concentración común de ciudadanos, y porque literalmente, se cometieron en las narices de la autoridad que no supo, no quiso, o no pudo reaccionar de manera adecuada.
Los incrementos
Para la mayoría de las personas que ahora tendrán que pagar más por el agua que consumen en sus negocios, resulta inexplicable que a dos meses de cerrar el ejercicio fiscal la gobernadora de Baja California le pidiera al Congreso que modificara la Ley de Ingresos que está a punto de vencerse.
Les pareció extraño porque no hay un destino especifico de en qué se va a utilizar el dinero que entrará en las arcas públicas y que la decisión se haya tomado sin consultar, como debe ser, la opinión de los afectados directamente. El incremento desempata con los presupuestos anuales que las empresas tienen y encarecerá sus costos.