Por: Juan Carlos Frausto II
TIJUANA, B.C. A 8 DE JUNIO DE 2024.- Para nadie es un secreto que quienes organizan una función de box, tienen la facultad de programar, promocionar, adecuar, pagar y hasta cancelar peleas a su gusto y conveniencia.
Por eso hay tantas críticas a Saúl ‘Canelo’ Álvarez, ya que, siendo el máximo campeón y probablemente el boxeador más taquillero del momento, limita la preparación de las peleas de sus rivales, además de que se lleva siempre más de doble de la ‘bolsa’.
Algo similar pasó hace unos días en algún lugar del estado de California, el cual no mencionaremos para no herir sensibilidades ajenas.
Dos peleadores, uno de ellos tijuanenses, se preparan para un importante combate entre prospectos. Sin embargo, ninguno de los dos dio el peso.
Pese a ello, el tijuanense propuso llevar a cabo la pelea y pagar el 20% de su sueldo como multa y evitar que el combate sea cancelado, pero en un intento de ‘proteger’ a su peleador (al que iba enfrentar el tijuanense), el promotor canceló y despotricó en contra del joven mexicano.
La situación es simple y lo remarcamos en esta columna: Los promotores hacen siempre lo que quieren para proteger sus intereses. No importan aquí las comisiones o los organismos reguladores, siempre es el promotor.
Esto se entiende de una forma simple: El que paga manda; como casi todo en la vida.
Nunca he dudado que el boxeo, es el verdadero deporte nacional en este país. Supera al fútbol que es el más popular, a la lucha libre, que es patrimonio cultural y al béisbol, en el cual somos buenos también, pero no tanto como en el boxeo, donde hay madera de campeón mundial en cada esquina.
Sin embargo, las grises prácticas que han alimentado la duda y veracidad respecto a las organizaciones del boxeo, siguen alimentando el morbo en el escrutinio público debido a las dudosas y ventajosas prácticas organizacionales. Es un cuento de nunca acabar.