Tiro de esquina. Adolescentes delinquiendo: mucha retórica y poca acción

Por: Octavio Fabela

TIJUANA, BAJA CALIFORNIA A 28 DE NOVIEMBRE DEL 2024.- Resolver disputas a balazos parece ser la regla y no la excepción en las calles de la ciudad, el atentado que lesionó a dos estudiantes del Colegio de Bachilleres plantel Florido es una muestra de que hasta entre menores, es posible tener armas de fuego para resolver desacuerdos.

La implicación de adolescentes en actividades criminales ha alcanzado niveles alarmantes, la Fiscalía General del Estado reconoce que cada vez, son más los casos y menor la edad de las personas que se involucran en crímenes violentos.

El acceso a armas de fuego, la normalización de la violencia en ciertas zonas de la ciudad y además la facilidad con la que jóvenes de 12 o 14 años son iniciados en el consumo de sustancias son parte del problema.

Otros factores que contribuyen son la pobreza y desigualdad social que afecta a muchas de las familias tijuanenses. La falta de oportunidades laborales y educativas sazonan el caldo de cultivo donde los criminales encuentran a jovencitos para deslumbrarlos.

Las ausencias constantes de docentes en las escuelas preparatorias y la falta de profesionales en las áreas de psicología y salud mental en las secundarias están dando frutos, los alumnos no tienen el seguimiento académico y personal adecuado.

Las políticas públicas para atender este problema que está creciendo son débiles y tímidas para intentar convencer a los padres de familia de tener mayor atención con sus hijos. Falta, además que la autoridad deje de considerarlos como casos aislados.

La falta de recursos en los programas de atención a menores infractores y la escasa intervención familiar son solo algunos de los factores que dificultan el proceso de rehabilitación de ese importante número de adolescentes que ya se enrolaron con criminales.

Es necesario que se adopte un enfoque integral que involucre a las autoridades locales, las escuelas, las familias y la sociedad en general para ofrecer alternativas de desarrollo y evitar que más adolescentes sean captados por las bandas de delincuentes.

Solo a través de políticas públicas que promuevan la inclusión social, la educación y el desarrollo económico se podrá revertir esta tendencia, lamentablemente estamos llenos de retórica de grandes progresos que hacen muy poco para resolver el problema que afecta a cientos o tal vez miles de familias.