Por: Octavio Fabela Ballinas
TIJUANA, BAJA CALIFORNIA A 23 DE ENERO DE 2025.- En esta ciudad estamos muy acostumbrados a vivir el proceso migratorio en toda su expresión, en los últimos días el flujo de comunidades en los dos sentidos se ha visibilizado para todos, menos para las autoridades municipales.
Los ayuntamientos, aunque al de Tijuana no le guste, juegan un papel fundamental en el proceso de gestión del flujo de personas en contexto de movilidad, a las ciudades destino les toca gestionar la convivencia armoniosa entre los que llegan y los que ya vivimos aquí.
El discurso de que los migrantes se reciben con los brazos abiertos no es suficiente para atener una situación donde lo verdaderamente importante es el diálogo con los migrantes para plantearles opciones para su estadía si deciden quedarse a vivir entre nosotros.
Lamentablemente quienes administran la ciudad se han agachado ante una estrategia nacional que solo ve hacia el norte y no se ocupa, ni se ha ocupado de los que vienen del sur, los que fincan sus sueños en llegar a una nación que todos los días da muestras de que no los quiere.
En ese discurso, se les olvida que las familias mexicanas que llegan a la frontera lo hacen obligadas porque el gobierno no hizo lo necesario para garantizarles seguridad en su tierra, todos dan testimonio de como criminales les arrebataron tranquilidad y pertenencias.
Otro segmento son los ciudadanos extranjeros que gastaron hasta lo que no tenían para llegar aquí, la imposibilidad de seguir avanzando en su camino los deja en la indefensión ante un gobierno que les dice bienvenidos, pero les niega la visa humanitaria.
Lejos de simplemente abrir albergues para dar techo y comida momentáneos, el gobierno municipal necesita crear políticas públicas locales inclusivas con las que deje de meterlos en la canasta de los indigentes y los coloque en condiciones de competir para ganarse la vida.
Más allá de discursos deberían implementar programas que faciliten la inclusión social y cultural, promover la no discriminación e incentivar espacios de convivencia entre los recién llegados y los habitantes de Tijuana.
También su función es servir de puente entre las organizaciones civiles que trabajan por los migrantes un canal que al parecer cortaron de tajo esta misma semana cuando más necesaria es la vinculación con los activistas.
La participación municipal en la migración es esencial para garantizar una gestión adecuada y humana del fenómeno migratorio. Su proximidad a las comunidades les permite identificar necesidades específicas y actuar de manera más ágil y efectiva.
Lamentablemente el gobierno de la ciudad no lo está haciendo. Del tema hay mucho ruido y pocas nueces.