Tiro de esquina: Violencia normalizada
Cuando los ciudadanos sienten que denunciar no sirve de nada o que los agresores quedan impunes
Por: Octavio Fabela Ballinas
TIJUANA, BAJA CALIFORNIA, A 15 DE MAYO DE 2025.- La reacción de vecinos en la colonia Granjas Familiares, quienes lincharon a un ciudadano de origen polaco tras sospechas de abuso contra un menor, evidencia una peligrosa normalización de la violencia en Tijuana.
Lo ocurrido no puede justificarse, pero sí debe analizarse y a juzgar por los hechos, la autoridad no ha hecho nada por atender la situación; que es el reflejo de una sociedad que ha perdido la confianza en las instituciones encargadas de impartir justicia.
Que un grupo de ciudadanos tome la justicia por su mano y llegue al extremo de asesinar a una persona sin un debido proceso habla de la descomposición grave del tejido social y todavía más alarmante, la víctima no pudo comunicarse adecuadamente debido a la barrera del idioma, lo que agravó la confusión y el desenlace fatal.
Este linchamiento no sólo exhibe el hartazgo de una comunidad expuesta a la delincuencia cotidiana, sino también el fracaso de las autoridades para garantizar un sistema de justicia confiable y cercano.
Cuando los ciudadanos sienten que denunciar no sirve de nada o que los agresores quedan impunes, el riesgo que se imponga la ley del más fuerte es un hecho que esperaba una situación que hiciera detonar la furia social contenida.
A esta delgada línea que soporta la confianza en las instituciones la debilita y golpea la noticia de la detención de un agente de la Policía Municipal de Tijuana por su presunta participación en un secuestro.
La sola posibilidad de que esté implicado en un delito tan grave daña directamente la credibilidad de las autoridades y profundiza la percepción ciudadana de que nadie —ni siquiera los encargados de proteger— están exento de cometer abusos.
Estos hechos no deben verse como aislados, son signos claros de una crisis que requiere atención urgente, porque la legitimidad del sistema de justicia y seguridad, dos elementos en los que la sociedad ya no confía y no denuncia, porque por lo regular no hay consecuencias.
Restablecer la confianza social implica más que discursos, se necesita transparencia, sanciones ejemplares, mecanismos efectivos de denuncia y una respuesta institucional escuche a las víctimas para evitar que el miedo y el enojo sigan dictando justicia en las calles.
Es urgente que las autoridades no solo castiguen a los responsables del homicidio, también que trabajen en reconstruir la confianza social, fortalecer los mecanismos de denuncia y promover una cultura de legalidad, porque la respuesta violenta de una comunidad no puede ni debe ser la nueva norma.