Por Gabriela Martínez
TIJUANA, BC A 20 DE MAYO DE 2021.- “¿Cómo que arriba de Marina? No jueguen, no la amuelen, estoy casado, luego tengo 23 hijos”, esa fue la respuesta del empresario de los casinos Jorge Hank Rhon, que hoy como candidato del Partido Encuentro Solidario (PES) quiere ser gobernador en un estado donde casi la mitad de su población: son mujeres.
Alguien le preguntó al señor qué opinaba sobre las encuestas publicadas que colocaban a Marina del Pilar arriba de él. Y sí, un comentario de tono sexual fue su respuesta.
Pero no solo es lo que dijo, es la reacción de la gente a su alrededor. En medio de una conferencia cuando se expresa así, con la misoginia, el machismo y sexismo en todo su esplendor, no hubo ni una sola persona que lo increpara, nadie que le dijera que eso no estaba bien, que al menos le pidiera guardar compostura. No, muy lejos de eso el comentario fue celebrado y aplaudido, como si sexualizar a una mujer sin su consentimiento fuera eso, un chiste.
Pero no me mal entiendan. Esta columna no solo trata de Jorge Hank Rhon, porque si bien él hizo ese comentario y su situación refleja perfectamente a la clase política que tenemos, los de la doble moral que solo critican a conveniencia cuando pueden sacar raja.
Casi de inmediato salió un equipo de Morena y del PAN a pedir su expulsión, de machista y hasta de cavernícola lo tacharon –puede que tengan razón- pero lo que no tienen es moral para decirlo, cuando no hace tanto el propio gobernador Jaime Bonilla Valdez emprendió una serie de agresiones contra otras mujeres que no son de su agrado, “se la pasa en el salón de belleza”, decía.
O su Secretario General de Gobierno Amador Rodríguez Lozano, cuando arremetió contra la periodista Adela Navarro, al insinuar que su trabajo estaba comprometido por el trabajo de su pareja sentimental, es decir, que ella –con su trayectoria- no es capaz de actuar sin la anuencia de un hombre.
No saben que no saben.