Por Octavio Fabela Ballinas
TIJUANA, BAJA CALIFORNIA A 1 DE SEPTIEMBRE DE 2021.- Luego de tres años a nivel federal y un año diez meses en Baja California, los gobiernos emanados del partido Morena nos han demostrado que es posible convertir la frase del personaje del actor Héctor Suárez en una política pública que parece les está dando resultado: “No hay, jijos… no hay mano… no hay”.
Esta negativa constante a invertir los recursos del erario en lo que realmente hace falta y beneficia a la colectividad es justificada en lo que hicieron los anteriores, no importa que el presidente de la República esté por terminar la mitad de su sexenio o en el caso local, que Jaime Bonilla esté en el ocaso de su mini administración, los dos gobernantes contestan con el “no hay jijos… no hay manos… no hay”.
Desde el día que rindió protesta como presidente de México hasta hoy que presentó el Tercer Informe de Gobierno, el presidente Andrés Manuel López obrador ha presentado un constante no hay: no hay para medicinas, por que los anteriores gastaban mucho, no hay para hospitales porque los anteriores no los terminaban, no hay para ayudar a mantener los empleos, no hay para esto, no hay para lo otro… y nunca hay como tampoco hay resultados fehacientes de su prometida cuarta transformación.
En el ámbito local, el gobernador Jaime Bonilla, en un remedo del presidente López Obrador siempre dice que no hay y para justificar su negativa tiene una cantaleta que ya tiene bien macheteada concluye “porque en los últimos 30 años de gobiernos del PAN bla bla bla…” habría que recordarle que, sin resultados, entonces ya llevamos 31 años y diez meses.
No hay reducción en la percepción de inseguridad, no hay resultados en la simplificación administrativa, no hay un gobierno eficiente, no hay un adecuado manejo del agua, no hay separación entre los poderes, no hay obra pública, no hay presuntos corruptos del pasado en la cárcel, no hay estado de derecho y no hay muchas más cosas que por obligación legal el gobernador debería garantizar que sí existieran.
El presidente López Obrador debe estar consciente de que, al llegar a la mitad del mandato, muchas de las lealtades que lo acompañan comenzarán a buscar nuevos aires, es algo común, ojalá y no le pase lo mismo que le sucedió al mandatario bajacaliforniano que al conocer que estaría poco tiempo en el cargo, perdió la cabeza y comenzó a pelear hasta con su sombra.
En el “no hay” como política pública están arrastrando a las instituciones, por ejemplo, el mandatario federal prefiere pelear con el Instituto Nacional Electoral en vez de invertir dinero en obras que eleven la calidad de vida de la gente, prefiere criticar a la Suprema Corte en vez de encarcelar, por ejemplo, al hijo del Chapo Guzmán entre otros varios casos.
En el caso del gobernador Bonilla, no hay ¡ni vergüenza! Mira que utilizar a patiños que ni la cara dan por vergüenza de ser identificados para agredir y acusar es prueba fehaciente de que en su gobierno hay ausencia de todo… si también no hay de eso que tú lector, estás imaginando.
Lo bueno es que en el caso local, ya merito acaba y en el federal, pues ya solo faltan tres años, que a como lo pinten, son menos que los seis para los que fue electo.}